domingo, 22 de mayo de 2011

De la mala organización a la mala imagen corporativa


Esta foto que ven no pertenece a ningún concierto. Sino a la cola de acceso al recinto donde se iban a celebrar los conciertos del Territorios Sevilla 2011.

Durante este fin de semana ha tenido lugar en Sevilla uno de los mayores eventos musicales del año: el festival Territorios Sevilla. Como tal, puede presumir de aunar diferentes estilos de música, contar con una cantera de artistas de calado incluso internacional, etc. Incluso cuenta con el privilegio de celebrarse en el histórico y mágico entorno del Monasterio de Santa María de las Cuevas en la Cartuja (actualmente Centro Andaluz de Arte Contemporáneo).
Pero precisamente ese emplazamiento incomparable hace del Territorios Sevilla uno de los festivales con peor acceso entre los distintos escenarios.

A lo largo de la jornada del viernes y del sábado (días en los que tiene lugar el festival) el tránsito de personas por el recinto era más que numeroso. La organización debería haber previsto tal masificación, pues se estimaba la asistencia de miles de personas.
Durante el transcurso del festival se pudo comprobar dicha masificación: aglomeraciones de personas en los accesos a los distintos escenarios de más de 10 minutos sin ningún tipo de movimiento aparente, ni hacia delante, ni hacia atrás. Si a eso le sumamos una mala iluminación o nula iluminación en algunos puntos del recinto y pasillos por los que no podían fluir más de 2 personas a la vez, el resultado es un entorno para la celebración de conciertos difícil e incluso peligroso.

Pero la problemática no reside únicamente en lo angosto de los accesos debido a la estructura original del Monasterio. El acceso al festival tenía lugar en plena calle Américo Vespuccio, la cuál estaba cortada al tráfico e incluso al transporte público. Esto suscitó diversos problemas para acceder al interior del parque tecnológico de la Cartuja (incluida la Facultad de Comunicación). Ese propio acceso hizo gala de una organización pésima. La apertura de puertas del viernes, por ejemplo, estimada hacia las 20:00 horas, no se produjo hasta las 20:45 horas. Lo que dio lugar a cuarenta y cinco minutos de personas conglomeradas en la calle mientras la seguridad del Festival les hacían avanzar lentamente y en masa para evitar carreras peligrosas. El calor acuciante en sí mismo era peligroso.
En otros momentos del festival, como el que se aprecia en la foto (tomada a las 22:40 horas del sábado) ese era el aspecto del acceso al festival (cuyas puertas habría abierto casi 3 horas antes). Una prueba más de la gran desorganización de la propia organización.

A las aglomeraciones anteriores podemos sumar las quejas de numerosas personas que se vieron imposibilitadas de abandonar el recinto antes de las doce de la noche del viernes para regularizar la situación. En caso de abandonar el recinto antes de dicha hora la persona perdía el derecho a volver a entrar y debía pagar de nuevo. La indignación fue general dado que prácticamente eso imposibilitaba abandonar el recinto dada cualquier emergencia sin perder el dinero que había costado la entrada. Igualmente, en ningún momento se había especificado en las cláusulas de las entradas compradas previamente esa limitación. En caso de querer salir, la seguridad del festival te sugerían hablar con la organización para reclamarlo, los cuales rechazaban oír las quejas manteniendo una actitud huidiza.

El resultado de todo esto que he relatado anteriormente no es más que un público insatisfecho por una mala organización del festival. Lo cual se traduce en una mala imagen del mismo, y finalmente, en el detrimento del festival como empresa o como corporación.
Es decir, el hecho de que la organización no atendiera adecuadamente las quejas, o que los accesos a los distintos escenarios estuviesen colapsados no hacen más que vender una mala imagen del festival (ya no sólo de la organización).

Para cualquier tiempo de empresa es fundamental la imagen que de ésta se ofrezca. Lo receptores últimos son los propios clientes de dicha empresa, por lo que, a todo lo sumado anteriormente es evidente que dichos consumidores han podido gestar una visión negativa del Festival como ente corporativo.

Una empresa ha de cuidar a sus usuarios desde la base: desde el producto que ofertan hasta el trato con el consumidor. De igual modo que la empresa ha de labrarse una imagen que sea cercana y ayude a que el propio cliente se identifique con lo que esa entidad le ofrece, debe existir una correlación entre empresa-producto-cliente que, como toda cadena comunicativa, no debe romperse en ningún momento o podría derivar en una pérdida del mensaje hacia su fin último (la venta).

Y las empresas de carácter general, al igual que las empresas informativas, siempre han de cuidar del aspecto social y ciudadano de las mismas. Es muy importante no romper el lazo con el individuo, ya sea a través de un medio de comunicación, o a través del trato cara a cara en los servicios prestados.

Servicios que, si bien se cumplieron de forma positiva en el aspecto musical del festival, dejaron insatisfechos a muchos de los asistentes en lo que respecta a la organización.

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