miércoles, 24 de marzo de 2010

El silencio impuesto.

Llevo dos días pasando las mañanas prácticamente en silencio.
Y es que eso de levantarme más temprano que de costumbre (a las 11 aprox punto), y no tener prácticamente nada que hacer que requiera actividad física me es absolutamente extraño.

Al principio dices: '¡Oh, que bien, así podré reflexionar y poner en orden algunas cosas!'.
Después empiezas a pensar que está siendo un día raro.
Y al rato siguiente, ¡estas deseando que suene el maldito móvil para recordar cómo sonaba tu voz!

Y es que nunca he sido una persona callada. De hecho todos me acusan de que no me callo ni debajo del agua. Aunque bien es cierto que en la etapa más horrible de la vida, esa malévola adolescencia, me volví tan introvertida como el que más. Gracias doy de que fuese tan solo pasajera, y la verdad es que los demás también lo agradecen.

Y en estos días de silencio y calma poética he leído mucho, tal vez no tanto como quisiera, pero sí que he indagado un poco por esos periódicos digitales de los que siempre he sido muy reacia (los periódicos deben leerse en papel, pero hasta que los precios no bajen, los estudiantes como yo, poco más podemos hacer...).
Al escribir el título de este texto, lo he enlazado casi inconscientemente con una de esas informaciones que encontré en esas redacciones digitales.

Y es que en estos días, los de 'Google' han dicho "¡Basta ya!" y han decidido dejar de (auto)censurarse en Pekín. Es entonces cuando intento concebir un Internet con barreras y se me hace imposible. ¿Cómo vamos a poner redes al mar más grande del mundo?
Gracias a esta herramienta (que como todas las herramientas del mundo, no son buenas ni malas, sino dependiendo del uso que a éstas se le dé), ha supuesto la apertura absoluta a cantidades ingentes de información al alcance del usuario.
Yo, que empecé mis andaduras por estos barrios allá por enero de 2001, no soy capaz de imaginar realizar un trabajo, o buscar cualquier tipo de información, sin esta gran pecera que lo envuelve todo.
Es muy curioso observar cómo en estos nueve años de experiencia he visto evolucionar las tendencias en la red desde los primitivos chats, la mensajería instantánea, los primeros pasos de los blogs... y ¿cómo olvidar el imperio actual de las redes sociales?

Entonces intento imaginar el hecho de teclear en 'Google' cualquier información y que ésta me sea censurada simplemente porque no simpatice con las ideologías de mi Estado, o de mi región. Y no logro imaginar la impotencia tal que me supondría el sentir que hemos vuelto a los monasterios clericales en los que la información estaba reservada a determinadas élites.
Comprendo perfectamente que se limite la difusión de imágenes pornográficas, o aquellas que fomenten la pederastia, o incluso que inciten a la violencia más descarnada... Pero tal vez esas limitaciones deberían surgir desde la base, desde el control de todos esos portales que permiten la subida de contenido a la red, por ejemplo, y no a posteriori, cuando esa información ya es de libre circulación y queda en manos del individuo, que, sea más o menos bondadoso por naturaleza, debemos confiar en su libre elección.

Un asunto complicado que no soy capaz de delimitar, y que las horas de silencio me incitan a seguir reflexionándolo.

3 comentarios:

  1. Vaya, sí que te vuelves izquierdista con eso de madrugar. Si algún día te despiertas a las 8, reencarnaras a Lenin xD
    De acuerdo en todo. Incluso con eso de "no me callo ni bajo agua". Te van a cerrar el blog por incitar al librepensamiento.

    Avisada.

    ResponderEliminar
  2. Yo en, mi periódico, te publicaría el texto

    =)

    ResponderEliminar
  3. Yo tabién pienso que no se debe poner cerco a la red, si deja de ser libre, pierde su razón de ser. El Internet libre ha conllevado una revolución, ahora, el que quiere saber, puede. Y seguirán creando Tuentis y Facebooks para que no nos ocupemos de crecer y pasemos las horas muertas como haciamos ante la tele, pero nos basta querer para desterrar esa amenaza y seguir leyendo y aprendiendo. Para mí, ese es el gran logro de Internet.

    ResponderEliminar