viernes, 12 de febrero de 2010

Tarde de frío invernal

Helada hasta las trancas. Y es que no tengo otra forma de describir el frío que he pasado hoy.
Paradójico me parecía que tanto que dicen de Sevilla y su insoportable época estival, hoy a penas hacía cinco grados, cuya sensación térmica, estoy segura, era muchísimo inferior.

Pues eso, que tenía el frío ya no sólo metido en los huesos (de eso ya se encarga mi Cádiz), sino también en la piel, como apretada, como sufriendo.
Pues iba yo enfrascada en mi frío sin atender a nada más y acompañada por una bonita lluvia (de esas que te vuelven el paraguas y te dejan de mal humor). Estaba yo buscando desesperada un autobús que se apiadase de mi débil condición de peatón(a) sin documento válido para la conducción de vehículos clase B, que me llevase a la facultad a hacer mi último examen del cuatrimestre. Mi sorpresa se tornó en espanto al ver la casi media hora de futuro sufrimiento que me tocaba aguardar en esa inhóspita parada de autobús, cuya protección se reducía a un techo en el que se empezaba a aglomerar la gente (y muchos de éstos ya ni cabían).

¿Media hora de frío y lluvia a la intemperie y yo con examen de la Facultad en los próximos 15 minutos? No, no, no, no, no. Me dije.
Y me dispuse a coger un taxi. "¡Cuanto lujo, yendo a la facultad en taxi y todo!" pensé. Suerte que iba acompañada y podíamos pagar el trayecto entre todos, mi triste poder adquisitivo de estudiante en el exilio no me permite hacer uso de este privilegio a menudo (de hecho nunca).
Pero estaba muy claro que éste no iba a ser un buen día, ya que al poco de comenzar la carrera un coche nos tocó y pasamos algo más de 20 minutos dentro del coche mientras el taxista arreglaba los papeles con el otro señor. He de decir que en el tiempo que aguardábamos impacientes el regreso de nuestro conductor, el autobús que anteriormente rechazamos por tardar demasiado nos adelantó sobradamente. Las cosas que tiene la vida.

20 minutos interminables, que se subsanaron con un trayecto gratuito y una explicación breve (gracias a la comprensión de mi profesor) de lo acontecido que me permitió comenzar el examen con casi media hora de retraso.

Al salir del examen, frío. Otros 20 minutos perdidos en otra inhóspita parada de autobús (definitivamente debería tener un chófer que me llevase a donde quisiese y me esperase en la puerta, ilusa de mí). De camino a casa, frío. Y al llegar a casa, frío (no puede una ni poner el calefactor, que después llegan facturas astronómicas sólo por tratar de hacer más llevadero el invierno, pero ese es otro tema...)

Después me encaminé en tren a Cádiz, y al llegar, se acabó el frío. O al menos el frío de esta tarde, ya que el de aquí nos cala los huesos, pero 'es más nuestro'.

Nunca hubiese pensado que echaría en falta el frío húmedo de la bahía. De hecho nunca pensé que en Sevilla podría helarme tanto, pero el frío que hoy he pasado es digno de mención.


Noelia S.

2 comentarios:

  1. Jaja, vaya tela...
    A mal tiempo, buena cara!!!

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  2. Me acuerdo de ese día, en el exámen de Historia de la Crítica. Yo estaba pensando cuando llegarán estas... Fui andando y tardé los veinte minutos de rigor. Por ese tipo de cosas prefiero ir siempre andando y no coger vehículos, sabes cuanto vas a tardar y los imprevistos son mucho menores.
    No te peudes imaginar cuanto hecho de menos el frío de la Bahía que te cala los huesos.

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