domingo, 31 de enero de 2010

Lo más profundo

Hoy quiero subir una breve crítica que realicé para una práctica de la asignatura 'Redacción Periodística en Prensa'. En esta práctica debía comentar dos libros que (dentro de una determinada lista) se encontraba a nuestra elección.
Yo elegí 'Música para camaleones' de Truman Capote y 'Cabeza de Turco' de Gunter Wallraff. Los aconsejo enormemente.
Espero que les guste, o al menos consiga transmitir lo que ambos libros me hicieron sentir.

Lo más profundo

El dominio de la palabra es algo de lo que se presume (de forma involuntaria) en dos libros que pertenecen no sólo como grandes obras literarias, sino también como un logrado trabajo periodístico. Ambos libros pertenecen a autores de gran reconocimiento y considerados eminencias en el género. Ambos autores cuentan con una gran experiencia a sus espaldas. Y ambos hacen gala de una gran destreza comunicativa. Vamos a hablar de ‘Música para camaleones’ de Truman Capote y de ‘Cabeza de turco’ de Gunter Wallraff.

Uno es la última joya de Truman Capote ‘Música para camaleones’, que como bien dice el título funciona como una auténtica pieza musical en nuestros oídos. Segmentada en tres sutiles partes, cada una de ellas goza de una enorme autonomía que la diferencia de las anteriores, no sin establecer un imaginario lazo de unión que da forma a la melodiosa composición del libro.

‘Música para camaleones’ demuestra la ingeniosa capacidad de Capote para estructurar historias de individuos en desequilibrio, que rebosan de emociones a punto de estallar. Pero que carecen de final feliz, pues en sí mismo no son finales, sólo ventanas abiertas. Las historias breves no son más que pequeños episodios que Capote deja entrever de esos complejos personajes de ficción a los que perfila. Pero en ‘Música para camaleones’ no todas son historias irreales. Truman Capote también demuestra la maestría ya alcanzada en ‘A sangre fría’ al mezclar el periodismo de investigación con el género narrativo, dando forma a una novela corta que resulta sobrecogedora y cargada de tensión.

Una última parte de ‘conversaciones y retratos’ muestran al verdadero Capote en todo su esplendor. Su interacción picante y audaz no sólo con célebres figuras como Marilyn Monroe, sino también con personajes cotidianos, pero no por ello carentes de interés. Sorprende especialmente el diálogo consigo mismo que ejerce como colofón final a una obra sin desperdicio, amena y llena de buenas historias.

Gunter Wallraff escava en lo más profundo de la marginación racial y étnica en ‘Cabeza de Turco’. Un impresionante relato de un periodista, Wallraff, que deja atrás su vida como alemán cómodo en la República Federal para convertirse en ‘Ali’, un turco que parlotea el idioma de forma muy rústica pero que por el contrario no tiene conocimiento alguno del turco. Wallraff (siempre dentro de su piel de Ali) indaga en las mayores miserias que llegan a sufrir extranjeros como él, y especialmente los de nacionalidad turca, que son repudiados y tratados como animales (ciertamente se puede considerar un trato incluso inferior) por el simple hecho de no ser alemanes. Todos estos hechos tienen su marco en 1985, donde percibimos una sociedad alemana claramente estancada en ideales pasados y muy orgullosa de sí misma.

Ali llega a sufrir todo tipo de faltas de respeto, pero resulta impresionante la situación a la que se exponen sus compañeros de trabajo (extranjeros como él) con tal de llevar unos pocos marcos. Ali pone en peligro su salud, como lo hacen todos sus compañeros, y es de esta manera cómo desenmascara toda la ilegalidad existente en este tipo de trabajo. Manejando sustancias tóxicas, en ambientes irrespirables e incluso padeciendo altas cargas de radiación. Todo vale. Parecen condenados a ser considerados como ‘una especie inferior’. Rechazado por la inglesia, explotado por la multinacional ‘McDonald’s y ninguneado incluso afirmando que está apunto de morir. Para esa estancada sociedad alemana Ali no vale nada, porque su mayor defecto es ser turco.


Noelia S.

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