domingo, 24 de enero de 2010

Puro teatro (la cara B)

No me gusta que me interrumpan cuando escribo, ni cuando leo, ni cuando veo una película o una serie... (aunque por extraño que parezca no me inmuto si me interrumpen el sueño). Pero lo que sí que me molesta sobremanera es que ante el clásico aviso de 'desconecten sus teléfonos móviles' al inicio de cualquier espectáculo, siempre haya una persona (sino más...) que hace caso omiso a estas consideraciones.

En el punto álgido de 'Bodas de sangre', con una novia de manos ensangrentadas y una madre de blanco luto, en el mismo momento en el que se vacila entre el perdón, o la mayor de las lástimas, un teléfono suena. Un tono... dos tonos... y poco más allá del tercero la persona despistada (aunque lo suyo no es un despiste, lo suyo tiene delito) decide apagar su móvil. Después de hora y media desde el aviso inicial. Y pregunto: ¿tanto le costaba pulsar un pequeño botón que evitaría las miradas iracundas y la rotura absoluta de la magia del drama?

También no soporto que tras terminar la obra el primer comentario que oiga sea: ¿qué raro que no haya habido un descanso, no?. O que el chico sentado justo delante mía decida abandonar la sala (imagino que sus necesidades tendría) al poco de empezar la obra, para volver y provocar el típico revuelo de 'ay! déjame paso, perdone, uy, jijiji, ya estoy...'.

Al finalizar la obra me quedé callada un buen rato, reflexionando y siendo consciente de lo que había presenciado, de las dudas que aun conservaba y de las cuestiones que más me habían llamado la atención. Lo que comúnmente se llama reflexionar, o particularmente, lo que a mi me hace disfrutar de un espectáculo... No me considero una eminencia, ni ninguna entendedora de estas artes, de hecho mi total desconocimiento de determinados puntos de la trama me hizo sumirme en la mayor de las frustraciones y añadir a mi lista de tareas pendientes: 'Leer más teatro'. Pero trato de tener respeto, y de acudir a actos como éste con la mayor ilusión de aprender y disfrutar, y no de exhibirme. Señoras con sus pieles, desmesuradamente maquilladas para la ocasión y haciendo tributo continuo a las apariencias, como si eso fuese lo único que importara.

Por supuesto tampoco soporto que la cultura tenga precio, pero ese, es ya otro tema.

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